Para el viajero experimentado, aquel que ha recorrido las grandes capitales y los destinos más populares, la búsqueda de la autenticidad y la tranquilidad se convierte en una prioridad. Si ya has tachado París, Roma y Praga de tu lista, y buscas nuevas experiencias sin las aglomeraciones y con un ritmo más pausado, Europa aún guarda tesoros esperando ser descubiertos.
Sabemos que la jubilación es el momento perfecto para explorar con calma y sin prisas. Por eso, hemos seleccionado cinco destinos “secretos” para este 2025, perfectos para el viajero que valora la cultura, la historia, la gastronomía y la belleza natural, pero prefiere alejarse de las rutas turísticas masificadas, para dejarse sorprender por lugares con encanto y un alma auténtica.
La Ruta del vino del Douro, en Portugal
Olvídate del Algarve o de la bulliciosa Lisboa por un momento y dirige tu mirada hacia el norte de Portugal. La Región del Douro, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un paisaje de viñedos en terrazas que descienden hasta el serpenteante río Duero. Este es el corazón del vino de Oporto, pero ofrece mucho más que catas.
Un crucero fluvial por el Duero es una experiencia relajante y visualmente impresionante. Podrás visitar quintas históricas, probar vinos y delicias locales en un ambiente íntimo, y disfrutar de la tranquilidad de pequeños pueblos ribereños como Pinhão o Peso da Régua. Los miradores ofrecen vistas espectaculares, y la amabilidad local es palpable. Es un destino que invita a la contemplación y al disfrute lento.
Las Islas Lofoten, en Noruega
Mientras que los fiordos más al sur atraen a grandes cruceros, las Islas Lofoten, en la Noruega Ártica, ofrecen una experiencia más íntima y sobrecogedora. Este archipiélago es famoso por sus dramáticos paisajes de montañas escarpadas que se elevan directamente desde el mar, sus pintorescos pueblos de pescadores con casas rojas sobre pilotes (rorbuer) y sus aguas cristalinas.
La tranquilidad y la belleza natural son incomparables. Puedes disfrutar de paseos suaves por la costa, visitar museos vikingos, explorar galerías de arte locales o simplemente relajarte y admirar las vistas. Durante el verano, el sol de medianoche ofrece días interminables, ideales para la fotografía. Fuera de temporada alta, puedes experimentar la magia de la aurora boreal. Es un destino que conecta con la naturaleza en su estado más puro y ofrece una calma revitalizante.
La Provenza menos conocida
La Provenza francesa es un clásico, sí, pero la región de la Drôme Provençale, al norte del Luberon y al sur de Lyon, es su versión más serena y auténtica. Aquí, los campos de lavanda se mezclan con viñedos, olivares y encantadores pueblos de piedra colgados en las colinas, sin las multitudes de otros puntos más famosos.
Es ideal para explorarla en coche a tu propio ritmo. Descubrirás mercados locales donde degustar quesos, trufas y aceitunas, visitarás fortalezas medievales como Grignan y Montélimar, y te maravillarás con los paisajes que inspiraron a artistas. El ritmo de vida es pausado, los hoteles suelen ser masías reconvertidas con mucho encanto y la gastronomía, como en toda Francia, es excepcional. Es la Provenza para saborear, no solo para ver.
Frisia, en Países Bajos
Más allá de los bulliciosos canales de Ámsterdam, la provincia de Frisia, en el norte de los Países Bajos, ofrece una experiencia holandesa diferente y auténtica. Esta región es un paraíso de lagos, canales, pueblos acuáticos y un ritmo de vida pausado, con su propia cultura y lengua.
Puedes explorar sus encantadoras ciudades como Leeuwarden (su capital cultural) o Sneek, famosas por sus deportes acuáticos y su arquitectura histórica. Es el lugar perfecto para alquilar una pequeña embarcación o dar tranquilos paseos en bicicleta por diques y campos, disfrutando de paisajes abiertos y molinos de viento solitarios. La gastronomía local, con quesos artesanales y productos frescos, te sorprenderá. Frisia te invita a descubrir la verdadera esencia de los Países Bajos, lejos de las aglomeraciones turísticas.
La región de Liubliana y Eslovenia central
Eslovenia es un país aún subestimado, y su capital, Liubliana, es una de las capitales más encantadoras y sostenibles de Europa. Rodeada de una naturaleza exuberante y con un centro histórico peatonal, es la base perfecta para explorar el corazón del país.
Liubliana es una ciudad de tamaño manejable, con un castillo que domina la vista, un río tranquilo y una arquitectura que mezcla influencias austrohúngaras e italianas. Desde allí, puedes realizar excursiones de un día a lugares como el lago Bled, las cuevas de Postojna o Predjama, o el valle de Logar, un paraíso alpino. Eslovenia es conocida por su seguridad, su gastronomía de proximidad y sus paisajes que ofrecen desde montañas hasta viñedos, todo a poca distancia. Es un destino fresco, sorprendente y con una excelente relación calidad-precio.