El cambio climático no solo provoca olas de calor y fenómenos meteorológicos extremos, sino que también está alterando nuestro entorno de formas que afectan directamente nuestra salud, especialmente la de las personas mayores. Uno de los efectos menos conocidos, pero cada vez más evidente, es el aumento de las alergias. La primavera, en particular, representa un desafío para quienes las padecen.
¿Cómo afecta el cambio climático a las alergias?
-Mayor producción de polen: El aumento de las temperaturas y los niveles de dióxido de carbono favorecen el crecimiento de las plantas, lo que se traduce en una mayor producción de polen. Como resultado, las temporadas de alergia son más largas y los niveles de polen, más intensos. Además, algunas plantas generan polen más alergénico en estas condiciones.
-Cambios en la distribución de las plantas: El aumento de las temperaturas está provocando que muchas especies de plantas migren hacia latitudes y altitudes más altas en busca de climas más frescos. Por ejemplo, plantas que antes solo crecían en regiones cálidas ahora pueden desarrollarse en zonas donde antes el clima era demasiado frío. Esto significa que las personas pueden estar expuestas a nuevos tipos de polen y otros alérgenos no habituales en su entorno. Además, las condiciones de mayor humedad y las inundaciones favorecen el crecimiento de hongos y mohos, que son potentes desencadenantes de alergias.
-Contaminación del aire: El cambio climático también puede agravar la contaminación del aire de varias formas. Las olas de calor aumentan la formación de ozono a nivel del suelo, un contaminante que irrita las vías respiratorias, mientras que los incendios forestales, cada vez más frecuentes debido a las sequías y las altas temperaturas, liberan grandes cantidades de partículas finas y otros contaminantes. Esta mayor contaminación del aire puede interactuar con el polen, haciéndolo más alergénico, ya que los contaminantes dañan la pared del grano de polen y liberan proteínas que provocan reacciones alérgicas más intensas.
Impacto en las personas mayores
España registra uno de los índices de alergias respiratorias más altos de Europa. Según datos recientes, cerca del 30 % de la población española padece algún tipo de alergia, siendo las más comunes las alergias al polen y a los ácaros. La rinitis es la patología alérgica más frecuente en el país y, a menudo, se asocia con el asma.
A medida que envejecemos, nuestro sistema inmunológico tiende a debilitarse, lo que nos hace más susceptibles a desarrollar alergias o a experimentar síntomas más intensos. Además, muchas personas mayores padecen enfermedades respiratorias crónicas preexistentes, como asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que pueden agravarse con la exposición a alérgenos. La disminución de la capacidad del cuerpo para recuperarse también puede hacer que los síntomas alérgicos persistan durante períodos más prolongados.
Medidas preventivas
Ante el aumento de las alergias impulsado por el cambio climático, es fundamental que las personas mayores adopten medidas proactivas para proteger su salud. Algunas recomendaciones incluyen:
- Consultar los pronósticos de polen y evitar actividades al aire libre en días de alta concentración.
- Adoptar medidas preventivas en el hogar, como mantener las ventanas cerradas y utilizar filtros de aire de alta eficiencia.
- Ducharse y cambiarse de ropa después de pasar tiempo al aire libre para eliminar el polen y otros alérgenos de la piel y el cabello.
Además, es importante que las personas mayores acudan al médico si se presentan síntomas como estornudos, congestión nasal o dificultad para respirar. Un diagnóstico y tratamiento adecuados pueden mejorar significativamente la calidad de vida y reducir el riesgo de complicaciones. Con una combinación de prevención y atención médica, es posible mitigar los efectos de las alergias.