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Cómo afecta la salud intestinal a tu bienestar

Los problemas funcionales del intestino afectan a entre un 15% y un 20% de la población, siendo las mujeres doblemente sensibles a este problema. Algunos síntomas son debidos a la calidad de la alimentación, que quizás hemos descuidado, a malos hábitos o al sedentarismo. Por ello, si te lo propones, puedes recuperar tu bienestar digestivo.

Infecciones, malas digestiones, inflamaciones del intestino, estreñimiento, retención de líquidos o debilidad por no obtener las vitaminas necesarias son algunas de las consecuencias de no cuidar la salud intestinal.

La clave del sistema intestinal es la enorme cantidad de microbios presentes en el colon humano, a menudo denominado microbioma intestinal. Mientras la composición de la microbiota permanece bastante estable en la edad adulta, puede experimentar variaciones más o menos significativas en las personas mayores, y a medida que envejecemos se produce un mayor desequilibrio en la microbiota intestinal.

La importancia de la alimentación

Una forma ideal de cuidar los intestinos es mediante los alimentos. Según la Organización Mundial de Gastroenterología, “los probióticos son microorganismos vivos que, ingeridos en cantidades adecuadas para que lleguen vivos al intestino, provocan un efecto beneficioso para nuestra salud”. Los probióticos se hallan en lácteos, vegetales y otros alimentos fermentados, y cuentan con diversos beneficios:

-Cuidan de nuestro hígado, ayudando a una mejor filtración de toxinas

-Mejoran la respuesta inmunológica y modulan las enfermedades autoinmunes

-Mejoran los niveles de colesterol

-Combaten los efectos secundarios de los antibióticos

-Reducen los gases y la hinchazón abdominal

Buenos hábitos

El momento, el lugar y las circunstancias que acompañan al acto de comer también son importantes. Comer a deshora, deprisa, de pie o en cualquier lugar puede suponer fácilmente una digestión complicada. Si la comida llega al estómago sin apenas triturar, el organismo debe invertir mucho esfuerzo en digerirla. La digestión se ralentiza y consume más energía, lo que nos provoca cansancio. Cuando ingerimos los alimentos rápidamente, la leptina, hormona del apetito, no tiene tiempo de enviar la señal de saciedad al cerebro, de forma que comemos más de lo necesario. Además, si no dedicamos el tiempo necesario a la masticación, no se absorben bien los nutrientes.

En cuanto a la dieta, si sentimos molestias intestinales, lo primero que deberemos restar es la sal. El exceso de sal provoca retención de líquidos y puede provocar hinchazón en la tripa. También debemos olvidar los azúcares y carbohidratos refinados por unos días. En su lugar, optaremos por las frutas. Convertido en uno de los mayores alimentos antiinflamatorios y anti-hinchazón, el jengibre es una excelente opción para la inflamación.

Un estómago hinchado puede ser un síntoma de algunas sensibilidades alimentarias específicas, como la intolerancia a la lactosa o la enfermedad celíaca, una reacción adversa al gluten, una proteína que se encuentra en el trigo, la cebada y el centeno, y que hace que el intestino delgado se inflame y se vuelva incapaz de absorber nutrientes. Es conveniente consultar con su médico de cabecera si tiene un problema persistente. En algunos casos, la distensión abdominal es el síntoma de alguna enfermedad vinculada con la inflamación intestinal, como una úlcera gástrica o el síndrome del intestino irritable.

Entre el 10% y el 20% de la población experimentan síntomas del síndrome de intestino irritable a lo largo de su vida, aunque solo un 15% de los afectados consultan a un médico por ello, según la Fundación Española del Aparato Digestivo.

Cuando hablamos de salud digestiva no podemos pasar por alto las emociones. Los estados de ansiedad y estrés afectan mucho al sistema digestivo y a los intestinos. Cuidar nuestro descanso y mantener el estrés bajo control será esencial para unas digestiones felices.