La evolución de la tecnología y el crecimiento de las ciudades nos alejan cada vez más de los entornos naturales, convirtiéndonos cada vez más en personas que viven entre paredes de hormigón y que se relacionan durante muchas horas al día con pantallas. Además, según la OMS, pasamos el 90 por ciento de nuestro tiempo en interiores. Esta desconexión con el entorno natural en el día a día puede ser un factor de riesgo para muchas enfermedades físicas y mentales.
Richard Louv, un periodista y autor estadounidense, fue quien acuñó el trastorno por déficit de naturaleza en su libro Los últimos niños del bosque, tras investigar las experiencias de los niños en el pasado y en el presente y concluir que hace daño estar tan separados de la naturaleza. Louv sostiene que entre más tiempo pasemos en el interior, más alienados de la naturaleza nos sentimos y tal vez más vulnerables a estados de ánimo negativos. Sin embargo, cuanto mayor es el acceso a las áreas naturales cercanas, mayor es la capacidad para sobrellevar situaciones adversas y enfrentar el estrés.
Y es que estar en la naturaleza puede ser una experiencia totalmente reparadora y balsámica, que nos devuelve la energía y vitalidad. Los sonidos del bosque, el aroma de los árboles, la luz del sol o el aire fresco y limpio son sensaciones que nos sientan de maravilla y todos lo hemos podido experimentar.
Diferentes tendencias para reconectar con lo natural
Con esta filosofía nació en Japón el llamado ‘baño forestal’, o shinrin-yoku. El Dr. Qing Li, máximo experto mundial en los baños de bosque, ha demostrado que pasar tiempo rodeado de árboles puede reducir la presión arterial, el estrés y el azúcar en sangre, mejorar la salud cardiovascular y metabólica, la concentración y la salud mental, disminuir el dolor y fortalecer el sistema inmunitario.
Un paseo por el parque, caminar por la playa, tumbarse sobre la hierba, contemplar las estrellas, escuchar el canto de los pájaros bajo los árboles, un ir a un jardín botánico, mirar el mar o un río, o jugar a petanca en un espacio abierto son actividades profundamente reconfortantes y al alcance de todas las personas que viven en grandes ciudades.
En esta línea, una las terapias que día a día gana más adeptos es el earthing, un concepto que hace referencia a caminar descalzos sobre la tierra. El earthing es una estrategia simple y natural que puede ser profundamente efectiva contra el estrés crónico, la inflamación, el dolor, el sueño deficiente y muchos trastornos de salud comunes, como la enfermedad cardiovascular. La investigación realizada hasta la fecha respalda el concepto de que poner sobre tierra el cuerpo humano puede ser un elemento esencial en la ecuación de la salud, junto con la luz solar, el aire, el agua, los alimentos nutritivos y la actividad física. En el estudio Earthing: Health Implications of Reconnecting the Human Body to the Earth’s Surface Electrons (‘Earthing: implicaciones para la salud de reconectar el cuerpo humano a los electrones de la superficie terrestre’), publicado en el Journal of Environmental and Public Health, se detallan algunos de los beneficios del earthing, como la reducción de la inflamación crónica y el dolor, la mejora del sueño y del flujo sanguíneo que nutre todo tu cuerpo con oxígeno, la disminución del estrés, los síntomas hormonales, la tensión muscular y los dolores de cabeza, la aceleración de la curación de traumas, lesiones y actividades deportivas, y la protección el cuerpo contra campos electromagnéticos.
La solución del futuro pasa por hacer converger lo rural y lo urbano. Las cubiertas vegetales o los huertos urbanos son tendencias que ya están transformando las ciudades en espacios más amables. Vitoria, León, Madrid, Pamplona, Sevilla, Logroño y Valladolid son las ciudades españolas con más metros cuadrados de zonas verdes por habitante, superando la recomendación de la OMS, que sitúa entre 10 y 15 metros cuadrados de área verde por habitante el mínimo aconsejable.