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Cómo reparar tu piel de los excesos del sol

El verano, con sus largas jornadas de sol, piscina y brisas marinas, deja a su paso recuerdos placenteros, pero también una huella tangible en la piel. El fotoenvejecimiento, que se manifiesta en arrugas más marcadas, manchas solares (lentigos solares), sequedad extrema, y pérdida de elasticidad y firmeza, es un resultado directo de la sobreexposición solar.

Para las personas mayores, cuyos mecanismos de reparación cutánea son más lentos y cuya piel es intrínsecamente más frágil y delgada, recuperar la salud y vitalidad de la dermis es crucial, y va mucho más allá de la estética.

La piel madura, además de los signos visibles de la edad y del daño solar acumulado, presenta una barrera cutánea debilitada y una menor capacidad para retener agua y regenerarse. Por ello, la estrategia de recuperación post-verano debe ser integral, suave y consistente, enfocándose tanto en la reparación celular como en la protección continua, siempre bajo la premisa de la salud dermatológica.

Antes de abordar cualquier rutina cosmética, es vital recordar que la exposición solar aumenta el riesgo de lesiones precancerosas (como la queratosis actínica) y de cáncer de piel (como el carcinoma basocelular, espinocelular o melanoma).

El consejo más importante de los expertos es la autoexploración y, más crucial aún, la visita al dermatólogo después del verano. Es el momento ideal para revisar cualquier lunar, mancha o lesión que haya cambiado de color, forma o tamaño, o cualquier herida que no cicatrice. La detección temprana es vital en el cáncer de piel.

Además, una dieta rica en vitaminas A, C, E, betacarotenos y selenio (presentes en frutas y verduras de colores intensos) combate el estrés oxidativo provocado por los radicales libres del sol. Estos antioxidantes, consumidos a través de los alimentos, son aliados clave para la salud interna y externa de la piel. Beber la cantidad adecuada de agua (alrededor de 2 litros diarios, salvo contraindicación médica) es el primer paso para reponer la humedad perdida y ayudar a la piel a recuperar su función de barrera.

Ingredientes clave recomendados por dermatólogos

La rutina post-verano debe ser suave pero eficaz, concentrándose en la reparación del daño, la hidratación profunda y la estimulación del colágeno.

Nuestra rutina diurna debe incluir:

-Sérum antioxidante (Vitamina C): Un suero con Vitamina C pura (ácido L-ascórbico o sus derivados) por la mañana es fundamental. La vitamina C es un potente antioxidante que neutraliza los radicales libres, ayuda a reducir las manchas solares y es un cofactor esencial en la producción de colágeno, mejorando la luminosidad y el tono de la piel.

-Hidratación con ácido hialurónico: Este ingrediente atrae y retiene la humedad, rellenando las líneas de expresión causadas por la deshidratación y mejorando la elasticidad de la piel. Podemos buscar fórmulas que combinen diferentes pesos moleculares para una acción en las distintas capas de la piel.

-Fotoprotección: El paso más crucial en la recuperación es la protección solar diaria y constante. El daño solar adicional es el peor enemigo de la piel. Se recomienda un protector solar de amplio espectro con un FPS 30 o superior. Debe aplicarse generosamente 20-30 minutos antes de salir y reaplicarse cada dos horas, incluso en días nublados o en interiores cerca de ventanas, para evitar la reaparición de manchas y el deterioro de los esfuerzos de reparación.

Nuestra rutina nocturna se basará en:

-Activos de renovación (retinoides o bakuchiol): Los retinoides (retinol, retinaldehído, etc.) son el “estándar de oro” para el antienvejecimiento, ya que estimulan la renovación celular y la síntesis de colágeno. Tras el verano, es el momento ideal para introducirlos o reintroducirlos, pero siempre de forma gradual (1-2 veces por semana al inicio) y en bajas concentraciones, ya que la piel madura puede ser sensible. El bakuchiol es una alternativa natural y más suave, ideal para pieles muy sensibles que no toleran el retinol, ofreciendo beneficios similares en la producción de colágeno.

-Niacinamida (Vitamina B3): Este ingrediente versátil ayuda a reforzar la barrera cutánea, reduce la inflamación, minimiza los poros y, fundamentalmente, ayuda a atenuar la hiperpigmentación (manchas solares) y unifica el tono.

-Cremas nutritivas: Utilizar cremas con ceramidas, péptidos o mantecas naturales (como la manteca de karité) refuerzan la barrera lipídica y sellan la hidratación, aprovechando el proceso de reparación nocturno de la piel.

Debemos tener en cuenta que la recuperación de la piel madura tras el sol de verano requiere paciencia, constancia y una firme adhesión a las recomendaciones de los dermatólogos, priorizando siempre la salud y la vigilancia de cualquier cambio cutáneo sospechoso. Con la rutina adecuada y el estilo de vida saludable, es posible mitigar el daño solar y devolver a la piel su equilibrio y vitalidad.