Con el paso de los años, el enfoque financiero pasa de la acumulación a la preservación del capital y la generación de rentas complementarias. Cuando somos mayores, la decisión de escoger entre depósitos bancarios y fondos de inversión ya no se basa en el horizonte a largo plazo, sino en el equilibrio entre seguridad, liquidez y la necesidad de proteger nuestro capital, especialmente en el contexto económico actual.
Ante las opciones disponibles, la respuesta sobre qué es “mejor” no es única, ya que depende del capital disponible, el perfil de riesgo individual y el objetivo de ese ahorro específico.
Depósitos bancarios
El depósito bancario es el instrumento tradicionalmente preferido por los ahorradores sénior debido a su simplicidad y seguridad. Los depósitos ofrecen una rentabilidad asegurada y un riesgo mínimo. En España, están protegidos por el Fondo de Garantía de Depósitos hasta 100.000 euros por titular y entidad, garantizando la recuperación del dinero incluso en caso de quiebra.
Son ideales para disponer de liquidez para gastos previstos a corto o medio plazo, de forma que el inversor sabe exactamente cuándo podrá recuperar su dinero. Y, además, tras años de tipos bajos, la subida de los tipos de interés en el momento actual ha hecho que los depósitos vuelvan a ofrecer remuneraciones interesantes, siendo una opción viable para obtener ingresos pasivos sin riesgo.
Sin embargo, a pesar de la subida de tipos, la rentabilidad de los depósitos suele ser insuficiente para batir la inflación a largo plazo. Esto significa que, en términos reales (poder adquisitivo), el capital se devalúa lentamente. También debemos tener en cuenta que cancelar un depósito antes de su vencimiento suele conllevar una penalización, limitando la liquidez inmediata del capital invertido.

Fondos de inversión
Los fondos de inversión, por otro lado, permiten participar en los mercados financieros, ofreciendo una rentabilidad potencialmente mayor que los depósitos, aunque asumiendo un riesgo superior. A través de la diversificación en distintos activos, los fondos tienen el potencial de ofrecer rendimientos que sí superen la inflación, protegiendo el poder adquisitivo del capital en el largo plazo.
Los ahorradores con capital significativo que no necesiten retirar todo el dinero en el corto plazo pueden optar por fondos de renta fija prudentes o fondos mixtos conservadores que generen rendimientos superiores a los depósitos. Un inversor sénior puede elegir fondos con alta exposición a la renta fija, o incluso fondos garantizados (aunque su rentabilidad es menor).
Pero si el inversor necesita el dinero en un periodo corto (2-3 años) y el mercado cae, no tendrá tiempo para recuperar las pérdidas. Además, los fondos conllevan comisiones de gestión y depositaría que deben ser examinadas, ya que pueden mermar significativamente la rentabilidad neta.
En cualquier caso, son productos más complejos de entender, lo que requiere un buen asesoramiento financiero para asegurar que el fondo se alinea con nuestro perfil de riesgo.
Dado el momento actual, en el que los tipos de interés son atractivos, lo más prudente es una estrategia mixta: una parte del capital (la que se necesite retirar en los próximos 3-5 años) debería ir a depósitos bancarios para asegurar la liquidez y el capital. El resto del capital, destinado a durar 10 años o más, puede diversificarse en fondos de inversión de perfil conservador (con alta presencia de renta fija de calidad o gestión prudente) para luchar contra la pérdida de poder adquisitivo que genera la inflación. Sin embargo, antes de decidirnos, debemos asegurarnos de que conocemos las características del producto contratado y su funcionamiento para evitar sorpresas desagradables.


