Empresas, administraciones y movimientos sociales ya han puesto la vista sobre nuevas fórmulas inmobiliarias. El cohousing para personas mayores es uno de los tipos de covivienda de más rápido crecimiento. A medida que las personas se acercan a la jubilación y consideran sus opciones, cada vez más buscan una alternativa que incluya oportunidades de socialización, apoyo mutuo y la posibilidad de envejecer con seguridad en el hogar. Para muchas personas, la covivienda se ajusta a estos requisitos.
La realidad es que estas comunidades de convivencia colaborativa están siendo una solución para prevenir la soledad, facilitar el acceso a una vivienda asequible y reducir la despoblación de las zonas rurales.
El cohousing surge desde cooperativas autogestionadas y tiene como referentes los proyectos cooperativistas obreros de principios de siglo XX, además de los impulsados durante las últimas décadas en países europeos que llevan ventaja, como Dinamarca, Alemania, Suiza o Austria. Dinamarca fue la pionera del movimiento de covivienda para personas mayores con casi el 8 % de su población viviendo en una covivienda o vivienda colaborativa de algún tipo.
Cómo funciona
El cohousing, generalmente, se organiza en comunidades para personas de 55 años o más, que siguen las mismas normas que otras comunidades, incluida la administración y el mantenimiento compartido de la propiedad, con comidas comunes, áreas grandes y estancias individuales más pequeñas.
Suelen ser grupos de personas alineadas en las mismas prioridades, que cogobiernan el modelo de convivencia y los espacios integrados, mediante procesos participativos y una metodología establecida. La covivienda proporciona un sentido de pertenencia y de identidad. Además, proporciona propósito y sentido a la gestión colaborativa. Contar con vecinos cercanos que se conocen bien aumenta las probabilidades de obtener la ayuda porque es más fácil estar atentos unos a otros sin dejar de respetar la privacidad.
Otra de las ventajas de las construcciones para los séniors es que las casas se diseñan teniendo en cuenta la accesibilidad y los apoyos que las personas pueden necesitar a medida que envejecen. Para el apoyo médico o de autocuidado, los convivientes pueden acordar contratar a una enfermera o cuidador para los residentes que lo necesitan, lo que permite una mejor atención. Son características que facilitan que las personas con problemas de salud permanezcan en el hogar por más tiempo.
Además, son lugares donde las personas pueden compartir los hobbies que aman, como clases de artesanía, carpintería, o excursiones, ya que las áreas comunes están dedicadas a actividades que les interesan.
Su auge en España
Si bien las comunidades colaborativas tuvieron su origen ya a comienzos de los años 60, su implantación en España ha sido mucho más reciente. Residencial Santa Clara, en Málaga, y Trabensol, en Madrid, son pioneras en este terreno. El crecimiento de este tipo de iniciativas en nuestro país está resultando exponencial en los últimos años y han ido apareciendo otras iniciativas empresariales, autodenominadas «cohousing senior». Sin embargo, son la autogestión, la democracia participativa, la cesión de uso sobre la vivienda, la ayuda mutua entre los residentes o la ausencia de ánimo de lucro las señas de identidad del movimiento en sus inicios.
Según datos de Movicoma, un proyecto de investigación que ha estudiado el auge, desarrollo e impacto del movimiento de vivienda colaborativa de personas mayores en España, en 2017 se identificaron alrededor de 30 proyectos, mientras que, en la actualidad, en Cohousingspain.org ya se han registrado 200 iniciativas en distintas fases de desarrollo. Esta plataforma, creada para conectar personas interesadas en esta modalidad, cuenta con un mapa de localización de comunidades en el que podremos ver las diferentes iniciativas.
