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El estrés, factor de riesgo ante la COVID-19

El estrés es la reacción de nuestro cuerpo a un desafío o demanda en el día a día. Una respuesta que sostenida en el tiempo puede volverse crónica, sin que nos demos cuenta, con todos los efectos que ello conlleva para nuestro organismo.

Cincuenta años de investigación sobre el estrés sugieren que tiene un efecto profundo en el cuerpo, influyendo en todas sus funciones, desde la memoria hasta la forma en que el cuerpo almacena grasa. Incluso se ha encontrado que causa cambios estructurales en el cerebro. El estrés prolongado también debilita el sistema inmunológico. Pero ¿podría ser una condición que empeora las infecciones por COVID-19?

Un nuevo estudio ha descubierto que las personas que experimentaron un mayor estrés, ansiedad y depresión al comienzo de la pandemia tenían un mayor riesgo de contraer COVID-19. La investigación, publicada en Annals of Behavioral Medicine, encontró que una mayor angustia psicológica durante la fase inicial de la pandemia se asoció significativamente con una mayor cantidad de síntomas y también su gravedad.

El equipo de expertos realizó un estudio observacional de casi 1100 adultos y los resultados mostraron que la infección y los síntomas de COVID-19 eran más comunes entre aquellos que experimentaban una angustia psicológica elevada.

La profesora Kavita Vedhara de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nottingham dirigió el estudio junto con colegas del King’s College London y la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda. Kavita Vedhara ha comentado que los datos muestran que el aumento del estrés, la ansiedad y la depresión no son solo consecuencias de vivir con la pandemia, sino también pueden ser factores que aumentan nuestro riesgo de contraer el SARS-CoV-2.

Estrés y sistema inmunitario

Investigaciones anteriores habían ya demostrado que los factores psicológicos están asociados con una mayor susceptibilidad a las enfermedades respiratorias virales y síntomas más graves. Cuando las personas tienen niveles crónicamente altos de cortisol debido al estrés, terminan con muchas citoquinas inflamatorias. También se han observado niveles altos de citoquinas en casos graves de COVID-19, al igual que niveles más bajos de linfocitos, los glóbulos blancos que ayudan a combatir las infecciones.

En 1991, un grupo de científicos que estudiaban la relación entre el estrés y la respuesta inmunitaria expusieron a 394 participantes sanos a uno de cinco virus respiratorios, incluido un coronavirus. Incluso después de controlar factores como la edad, el sexo, la educación, el peso y el estado previo de anticuerpos, los investigadores encontraron que los niveles de tensión subyacentes de una persona estaban asociados con un mayor riesgo de enfermar.

Desde entonces, decenas de estudios han demostrado que el estrés crónico aumenta el riesgo no solo de contraer un resfriado común, sino también de desarrollar afecciones como el asma y la enfermedad de Alzheimer, entre otras.

Conocer las consecuencias del estrés es importante para trabajar nuestra actitud ante el mismo y desarrollar estrategias beneficiosas para contrarrestarlo, como mantener una red de apoyo social saludable, hacer ejercicio físico con regularidad, y dormir lo suficiente cada noche.