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Eudald Carbonell: “La tecnología es intrínsecamente humana; cuanto más tecnológicos más humanos seremos”

Eudald Carbonell, catedrático en prehistoria, doctor en geología del Cuaternario, autor de decenas de trabajos científicos y de libros, premiado con el Príncipe de Asturias y con el Premio Nacional de Cultura, fue el primer director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), referente mundial en el estudio de la evolución humana. Actualmente, es profesor emérito después de jubilarse como docente de la URV (Universitat Rovira i Virgili), vicepresidente de la Fundación Atapuerca y director del Centro de Investigación Emiliano Aguirre. Hablamos con él sobre su último libro De la caverna al cosmos: nuestro futuro como especie.

-En De la caverna al cosmos se abordan temas como el equilibrio social, el clima o la IA, hasta elucubrar qué ocurrirá dentro de un siglo y 500 años. ¿Qué nos va a pasar como especie si vamos por el camino que hemos tomado?

En este libro hablo de la humanidad, de la transhumanidad y de la posthumanidad. Hablo de un proyecto que en ciento cincuenta, doscientos o trescientos años no seremos humanos, nos habremos deshumanizado, y entonces vendrá la posthumanidad. Pero, mientras tanto, la biotecnología nos llevará a la transhumanidad, a lo mejor de la especie: a la inteligencia artificial, al disfrute de especies humanas hechas en el laboratorio, a otras que serán robots… Viviremos una diversidad como hace cuarenta mil años. La selección natural se hizo aquí en la Tierra, donde hubo la diversidad natural (los denisovanos, los neandertales, los Homo sapiens, los Homo floresiensis… que convivían), y ahora se harán diversas especies que se generarán de forma artificial; habrá diversidad artificial hecha en el laboratorio. Cabe decir que este libro está pensado y elaborado entre la ciencia y la ciencia ficción. Es decir, va más allá del pensamiento, de la recopilación científica y del conocimiento.

-En la obra dices que dejaremos de ser humanos para convertirnos en trashumanos y finalmente en poshumanos. ¿Qué quieres decir?

Los humanos nos hemos ido humanizando gracias a la humanización, es decir, gracias a la ciencia, a la tecnología, al lenguaje… Por ejemplo, yo digo: “La inteligencia artificial nos hará más humanos, porque la tecnología nos humaniza”. De lo contrario, seríamos sillas, perros, animales… Pues hablo de todo esto.

-Te consideres un pesimista con esperanza respecto al futuro de la evolución. ¿Cuál es la esperanza?

La esperanza es que en unos años aquí tendremos un callejón sin salida: la evolución sociocientífico-tecnológica traerá los mayores temores, como lo hizo la revolución industrial y la Primera y Segunda Guerra Mundial. Pero una vez que este callejón sin salida haya pasado, volveremos a salir adelante y entonces el cambio será muy rápido.

-Hablas de la importancia del pensamiento crítico y la socialización del conocimiento para asegurar el futuro de la humanidad. ¿Cómo podemos fomentar estas habilidades en la sociedad actual?

Con la educación, la comunicación y la socialización de la tecnología… Actualmente, no sabemos prácticamente nada, somos analfabetos funcionales, tecnológicamente hablando, y, claro, esto nos lleva a que no podamos socializar bien. La socialización de la tecnología es lo más importante para evitar, como ocurre ahora, que una pequeña jerarquía pueda tomar el poder y hacernos andar de cabeza.

-¿Cómo crees que la tecnología influirá en el futuro de la arqueología y la investigación histórica?

Nosotros somos seres tecnológicos: el día a día de una persona es tecnológico, desde que se levanta (el despertador, radio, teléfono…), está todo el día rodeado de tecnología. La tecnología es intrínsecamente humana; por lo tanto, en nuestra historia, cuanto más profundamente tecnológicos seamos, más humanos seremos. Lo que ocurre es que la tecnología también nos deshumanizará porque, a la larga, para adaptarnos a la vida, deberemos deshumanizarnos. Yo escribí el libro Aún no somos humanos: propuestas de humanización para el tercer milenio hace veinticinco años porque el proceso de hacerse humano es un proceso muy largo, pero ahora debemos ir muy rápido, estamos llegando a la singularidad. La singularidad es, gracias a la tecnología, hacer un escalón más alto y empezar a deshumanizarse.

-¿Qué te motivó para dedicarte a la arqueología y la prehistoria?

La arqueología y la prehistoria es una forma de vivir y entender el mundo para mí. Empecé muy pronto a sentir pasión por el pasado a los cinco años y ha seguido toda la vida. Me he preguntado desde muy pequeño qué nos hacía humanos, es decir, ha sido mi preocupación básica toda mi vida: saber lo que nos ha hecho humanos. Dicen que el dueño tiene cara de perro y el perro del dueño, la arqueología me ha hecho ese perro y dueño que soy ahora.

-En alguna entrevista has comentado que no volverías a ser arqueólogo. ¿Qué te gustaría hacer?

No, no volvería a serlo porque he sufrido mucho. También he de decir que esta pasión tan fuerte me ha obligado a hacer muchas cosas, a ser lo mejor de muchos equipos, a hacer estructuras…, pero he sufrido mucho porque es un enfrentamiento político y social. Los enfrentamientos me han traído muchos quebraderos de cabeza y no, ahora no volvería a pasar por todo lo que he pasado. Bajo ningún concepto volvería a hacerlo. Me hubiera gustado quedarme en casa y llevar una vida tranquila.

-Te jubilaste de las clases universitarias y de la codirección de las excavaciones de Atapuerca. Has comentado alguna vez que ahora es tu tiempo para pensar. ¿Cómo vives esta etapa?

Es una etapa más tranquila, porque no tengo la responsabilidad que he tenido durante toda mi vida con tantas situaciones de estrés: la responsabilidad de realizar los equipos, de hacer proyectos universales con problemas universales. Y, claro, para un niño de pueblo, ponerse a hacer proyectos universales da muchos quebraderos de cabeza… Por eso te decía antes de que ahora estoy muy tranquilo y relajado, ya que todo lo que he hecho me ha pesado mucho.

Como ahora tengo mucho tiempo, estoy pensando y trabajando sobre la teoría social de la evolución humana. Este es mi proyecto de pensamiento, no de conocimiento. El conocimiento para mí ha terminado, no conoceré mucho más, pero la inteligencia y la conciencia crean conocimiento adquirido, y el conocimiento adquirido nos hace pensar. Ahora pienso por la especie, pienso mucho, y escribo todo lo que pienso. El pensamiento crítico viene de aquí, de aprender a pensar y de la conciencia de especie. Yo tengo mucha conciencia de especie, una conciencia que va más allá de la conciencia individual, y que siempre me ha resuelto los problemas que tenía.

-¿Algún consejo para los más jóvenes, que son los que van a dar forma al futuro?

Yo no soy de dar consejos, porque, de consejos, mejor no darlos, pero ellos son el futuro. Tengo muy claro que, sin constancia, sin perseverancia, sin pensamiento crítico, no existe sociedad. Y la gente joven debería apostar por la cultura del esfuerzo, del trabajo, de la educación crítica… y no lo está haciendo, lo que pagaremos en un futuro cuando estos jóvenes no sepan cómo encarar los retos.