Eugenia Bieto es directora de Esade Women Initiative de Esade. Habiendo dirigido la Escuela entre 2010 y 2018, se ocupa ahora de iniciativas que fomenten la igualdad de género en las empresas. Además, es presidenta de la Coordinadora Catalana de Fundaciones, contadora del Círculo del Liceo y vicepresidenta del Orfeò Català, y forma parte de diversos patronatos. Hablamos con ella sobre la importancia de la igualdad y la diversidad en la empresa y la sociedad.
-Fuiste una de las primeras alumnas de Esade y la primera profesora. Actualmente sigues activa en el Departamento de Dirección General y Estrategia. ¿Qué te aporta la enseñanza? ¿Cómo ves a las nuevas generaciones?
Yo empecé dando clases particulares con 14 años y desde entonces no he parado. La enseñanza ha sido una vocación para mí. En el momento que tienes que enseñar una materia, no solo debes conocerla muy bien, sino también conseguir que los demás la entiendan e incorporen para poder utilizar el conocimiento cuando lo necesiten. Es un ejercicio intelectual que pasa por entender muy bien el proceso de aprendizaje de las personas que tienes delante. Yo he vivido una evolución, porque la enseñanza siempre ha consistido en transmitir conocimiento para la transformación, pero desde hace un par de décadas el profesor ya no es el único que tiene el conocimiento. La tecnología ha puesto este conocimiento a disposición de los alumnos y ahora los jóvenes son mucho más críticos y piden ser protagonistas de este proceso: esperan un papel diferente por parte del docente.
-También eres directora de Esade Women Initiative y presidenta del Club Esade Alumni Women Empowerment. ¿Por qué es tan importante impulsar la igualdad y la perspectiva de género?
Porque existe todavía una brecha de género muy importante: salarial, en el acceso a los puestos de responsabilidad…, y no solo en la empresa sino en todos los ámbitos. Impulsar la igualdad de género es una cuestión de justicia social: las mujeres dedicamos el mismo tiempo a formarnos que los hombres, queremos desarrollar nuestras vidas profesionales igual que los hombres; y también es de interés para toda la sociedad que podamos hacerlo porque creamos riqueza y porque representamos a más del 50% de la población. Que en los lugares donde se toman las decisiones no esté la mirada de la mujer puede llevar a conclusiones sesgadas. Desde las universidades es importante que impulsemos el talento femenino porque estamos formando a directivos, estamos formando a los futuros líderes. Y nos damos cuenta de que, conforme vamos subiendo el escalafón empresarial, la presencia de la mujer es cada vez menor. Es importante que ellas estén arriba porque entonces es cuando más políticas de diversidad de género se impulsan.
-¿Cómo crees que ha evolucionado el papel de la mujer en el ámbito empresarial?
Ha evolucionado positivamente en los últimos 10 años. Es un tema del que se habla. Está en la agenda de los líderes empresariales y los líderes públicos. En los consejos de administración de las empresas del IBEX, las mujeres ya son el 38%. Y estas empresas más grandes van abriendo el camino porque sus políticas de igualdad e inclusión son muy estrictas. Donde existe todavía una brecha es en las pymes y en la empresa familiar. Pero la evolución es una realidad: los gobiernos han ido implantando leyes como los planes de igualdad, los informes no financieros han ido cobrando relevancia, y la empresa ha ido tomando conciencia de que los equipos diversos producen más innovación, más riqueza y bienestar para los empleados. Y los jóvenes se fijan en estos temas cuando elijen la empresa en la que quieren trabajar.
-Has sido la primera y única mujer en dirigir Esade. ¿Cómo definirías tu estilo de dirección?
Cada uno ha de definir su propio estilo de liderazgo según sus experiencias y aprendizajes: la educación que ha recibido, los valores de sus padres, las amistades que ha escogido, las cosas que le mueven… Conforme pasa más tiempo desde que acabé mi función como directora general de Esade me va siendo más fácil definir mi estilo y diría que utilizaba un liderazgo muy participativo, de escuchar a los equipos y de ponerme en el lugar del otro. También intentaba no colgarme las medallas que no me correspondían, porque en las organizaciones necesitamos gente comprometida e ilusionada que se sienta motivada cada mañana cuando va a trabajar.
-¿Has tenido referentes a lo largo de tu carrera?
El gran referente personal fue mi padre, que murió cuando yo tenía 12 años. Él era médico e investigaba mucho. Y la imagen de mi padre estudiando para avanzar en su especialidad fue un referente para mí. A partir de aquí, he tenido profesores que también han sido grandes referentes en metodología pedagógica y humanidad. A nivel directivo, ha habido mujeres que me han inspirado muchísimo como Marie Curie. La perseverancia, el tesón y la lucha de muchas mujeres han sido un ejemplo para mí.
-¿Por qué es importante que más mujeres lideren empresas y equipos?
Porque ellas son las que impulsan los cambios. En las empresas lideradas por mujeres, los cambios hacia la diversidad de género se implementan más rápidamente. Es importante que las políticas de diversidad e inclusión cuenten con la implicación del máximo responsable de la compañía. Y si este es una mujer se implica y crea una cultura favorable que ayuda a mejorar la conciliación.
-Como presidenta de la Coordinadora Catalana de Fundaciones, ¿por qué crees que hay tantas mujeres en las fundaciones?
El 75% de los trabajadores de las fundaciones son mujeres, y el 70% de sus directores. Las fundaciones son organizaciones misionales: buscan un impacto positivo en la sociedad. Y la mujer es más sensible a estas cuestiones y se siente más atraída por organizaciones que se mueven por otras lógicas que no son las del mercado. No es mejor ni peor que la empresa privada, pero lo cierto es que no están tan marcadas por la competición. Además, las personas que trabajan en fundaciones han hecho carreras donde el 80% de los alumnos son mujeres.
-También eres vicepresidenta del Club Sénior de Esade Alumni; en este caso ponemos el foco en la edad. ¿Crees que se valora suficientemente el talento sénior en las empresas? ¿Y en la sociedad?
No, y esta es la próxima batalla: la diversidad intergeneracional. La sociedad que hemos montado vive de espaldas a la gente mayor. La persona mayor parece que está apartada del mundo productivo y creo que es un gran error. En una empresa donde se pone a hablar séniors con júniors, los unos aprenden de los otros y se generan sinergias de gran riqueza. Los planes de diversidad de grandes empresas cuentan con un apartado de “personas mayores”, pero no está bien elaborado. En determinados sectores a los 55 años nos jubilan, mientras un psicoanalista de 75 años sigue en activo y los jóvenes los escuchan con devoción. Pensar solamente en el relevo generacional no es buena idea, como no lo es que una empresa no permita que entre gente joven en los órganos de gobierno. De forma que esta también es una cuestión de justicia social.
-¿De qué metas personales y profesionales te sientes más orgullosa?
Yo he tenido una vida muy difícil, me han pasado cosas bastante serias y me siento orgullosa de haber salido siempre adelante. Me siento muy orgullosa también de la pequeña familia que he construido: de mi hijo, de mis nietos. Son mi gran obra.
A nivel profesional, de los 8 años que estuve como directora general de Esade, me siento orgullosa de haber impulsado temas que hoy en día son pilares de la escuela, como la Rambla de la Innovación del campus de Sant Cugat. Fueron años de crisis y fui capaz de dar la vuelta a la situación.
-¿Piensas en la jubilación?
No. Estoy administrativamente jubilada, pero continuo muy activa y no contemplo parar. Tengo una agenda complicada porque me involucro en muchas guerras, pero en los sitios donde colaboro disfruto mucho y aprendo. Además, quiero contribuir y devolver a la sociedad todas las oportunidades que me ha brindado. Cuando el sénior acaba su carrera profesional cuenta con un bagaje, experiencias, contactos y una visión global que son todo un valor para la sociedad. Sin duda, jubilarse merece todo mi respeto (dedicar tiempo a la familia, a cuidarse, a las propias aficiones…), pero ante los retos actuales el sénior tiene mucho que aportar.