Seamos realistas: la madurez realmente viene con la edad y la experiencia. A medida que maduramos, no solo aprendemos a apreciar las cosas buenas de la vida, sino que también aprendemos la diferencia entre las cosas insignificantes y las importantes. La experiencia nos ayuda a aprender lo que realmente importa, y que resulte más fácil apreciar y disfrutar de ello.
Pero la madurez es un proceso gradual y continuo que puede durar toda la vida, y no existe una edad específica en la que se alcanza. Sin embargo, generalmente se considera que llega cuando una persona ha desarrollado ciertas habilidades emocionales y sociales que le permiten hacer frente a las situaciones de la vida de manera efectiva y adaptativa.
Algunos de los beneficios de la madurez son:
–Estabilidad emocional: a medida que maduramos, aprendemos a manejar mejor las emociones y a tener un mayor control sobre los impulsos. La persona puede hacer frente a situaciones difíciles con mayor calma y serenidad, lo que le permite tomar decisiones más racionales.
–Autoconocimiento: con la edad y la experiencia, se desarrolla un mayor conocimiento de uno mismo. Somos más conscientes de nuestras fortalezas y debilidades, lo que nos permite tomar decisiones más acertadas y evitar situaciones en las que podamos sentirnos incómodos.
–Capacidad para establecer relaciones saludables: la madurez también trae consigo una mayor capacidad para establecer relaciones saludables con otras personas cuando aprendemos a reconocer las propias necesidades y las de los demás, y a establecer límites y comunicarnos de manera efectiva para evitar conflictos.
–Capacidad para resolver problemas: a medida que se adquiere experiencia, también se desarrolla una mayor capacidad para resolver problemas y tomar decisiones difíciles gracias a la perspectiva y la experiencia.
En general, una persona madura es capaz de enfrentarse a los desafíos de la vida con resiliencia y de aprender de sus experiencias, lo que le permite seguir creciendo y desarrollándose a lo largo del tiempo.
Pero es importante destacar que este proceso no es lineal ni uniforme y que cada persona puede desarrollarse a su propio ritmo. Además, el concepto de madurez puede variar según la cultura, la edad y las circunstancias individuales de cada persona.
La psicología apunta a una mayor felicidad en la madurez
La psicología va un paso más allá y explica que la felicidad se asienta en nuestros recursos emocionales, los cuales aumentan a medida que se van cumpliendo años. Estos recursos emocionales nos permiten soportar las presiones, la angustia y los sentimientos depresivos, además de aumentar la confianza en nosotros mismos, los objetivos a seguir y las acciones más eficaces para solucionar los problemas.
La edad nos trae un nuevo sentido de realismo, y a finales de los 50 años conseguimos equilibrar nuestras expectativas con nuestro bienestar.
El estudio Mood Regulation in Real Time: Differences in the Role of Looking publicado en la revista científica Current Directions in Psychological Science demostró cómo la gente mayor tiene más capacidad para superar las adversidades que los jóvenes y que la reacción emocional ante las oportunidades perdidas disminuye con la edad, de modo que las personas mayores pueden sentir menos pesar y remordimientos por los objetivos no cumplidos. Una explicación que contradice la creencia popular que asocia la juventud al momento vital de mayor felicidad.
La vida nos demuestra que las cosas no salen ni bien ni mal, las cosas salen como salen. Vivir el presente y actuar lo mejor posible a pesar de nuestros defectos conduce a la persona madura a llevar una vida plena, así como a aceptar que uno no puede estar bien todo el tiempo (y tampoco hay ninguna necesidad). Lo que haces, lo que vives en el día a día es lo que mejor te explica y lo que puede convertirse en la palanca de cambio cuando lo necesites.