Desperdiciar alimentos no solo es malo para nuestro bolsillo, sino que también es perjudicial para el medio ambiente. El 6% de las emisiones de gases de efecto invernadero derivan de la pérdida de alimentos y el 30% de la comida que se produce en el mundo se deteriora antes de consumirse. Para evitar el desperdicio alimentario te proponemos algunos consejos que pueden ayudarte a organizarte mejor.
Hay diversas formas de reducir el desperdicio alimentario, una de las estrategias más efectivas es establecer una planificación semanal, es decir, hacer una lista de todas tus comidas a lo largo de la semana y de los alimentos que vas a necesitar para no comprar de más.
Otro pilar es ordenar lo que ya tenemos en casa para poder aprovechar todos los alimentos que ya tenemos. En este aspecto, es importante, antes de empezar con la organización, revisar todo lo que tenemos en la despensa y la nevera y tirar las cosas que ya pasaron su fecha de caducidad, y que no nos hemos dado cuenta.
Una vez superado este paso, debemos proceder a su correcto almacenamiento. La etiqueta de los productos nos puede ayudar, ya que en muchos casos nos informará del modo de conservación más adecuado. Los alimentos que necesiten frío para su conservación, una vez adquiridos, deben ser guardados con rapidez para mantener la cadena de frío. Esto es importante no solo para preservar la calidad, propiedades nutritivas y organolépticas de los productos alimenticios, sino también para mantener al alimento en condiciones adecuadas de seguridad.

Mientras que los alimentos que no necesitan frío deben colocarse en un lugar fresco y seco. Para racionalizar el consumo, es apropiado reorganizar frecuentemente los armarios, de tal manera que se intente cumplir con la máxima: “First in, First out” o “lo primero que entra es lo primero que sale”. De esta manera, consumiremos primero aquellos productos con una fecha de caducidad más próxima. Si se abre un producto y no se consume en su totalidad, se debe retirar el envase original y trasladarlo a un recipiente hermético para su conservación en el frigorífico.
Orden en la nevera y el frigorífico
Para organizar el interior de la nevera hay que tener en cuenta la temperatura que necesita cada alimento y su ubicación está relacionada con las zonas más frías o calientes del interior del frigorífico, ya que las baldas superiores son las más cálidas y las inferiores las más frescas. Este espacio no se debe saturar, porque su capacidad para enfriar se modifica y tampoco se debe pegar los recipientes a las paredes del frigorífico y entre sí ya que es necesario que circule el aire en el interior. Además, como pasa en la despensa, es importante mantener en orden la nevera para saber lo que tenemos y no tirar comida.
Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, los comestibles que necesiten frío han de ponerse en el congelador y la nevera inmediatamente. Los errores más frecuentes suelen ser cerrar mal los tápers y mezclar distintos tipos de comida mal cerrada en las baldas del frigorífico; así como llenar demasiado el electrodoméstico, lo que impedirá que el aire circule y le restará eficiencia.
Debemos mantener separados los alimentos crudos de los cocinados y refrigerar o congelar los alimentos cocinados lo antes posible. Si los separamos en porciones se enfriarán antes. Los cocinados –como sobras de comida– han de guardarse en fiambreras bien tapadas, en el estante de mayor temperatura del frigorífico. En la balda del centro irían los huevos, los productos lácteos o los embutidos; en la inferior, carnes y pescados siempre envasados y separados adecuadamente y productos en descongelación, para evitar derrames. En la puerta, leche, zumos o refrescos. Y en el verdulero, frutas y verduras.
Otro aspecto que debemos tener en cuenta es la limpieza. Mantén limpia tu nevera, limpiándola a fondo al menos una vez al mes.