Durante las últimas décadas, se ha fomentado una cultura de usar y tirar que tiene un impacto profundo en el planeta a nivel medioambiental, social y económico. En el caso de la industria de la moda, tal y como indica la Organización de las Naciones Unidas, es la segunda más contaminante del mundo y produce más emisiones de dióxido de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos. A este ritmo, las emisiones de gases de efecto invernadero de esta industria aumentarán más del 50% hasta 2030, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Fundación Ellen MacArthur. Uno de los motivos por los que consumidores de todo el mundo han comenzado a demandar una industria de la moda más sostenible.
Qué entendemos por moda sostenible
Bajo este concepto entran en juego numerosos factores, que van desde la extracción de las materias primas hasta la gestión de los residuos, sin olvidar los procesos de fabricación y distribución de las prendas. Según la Asociación de Moda Sostenible de España, estaríamos hablando de una moda que “respeta y cuida el medio ambiente y la salud humana, garantiza los derechos y dignidad de los trabajadores implicados en la cadena de principio a fin, emplea materiales orgánicos, reutiliza materiales existentes, reciclados o materia innovadora sostenible, fomenta la producción y la artesanía local frente al abaratamiento por deslocalización, y trabaja por el consumo responsable y la economía circular”.
La Asociación trabaja como apoyo y unión para marcas de moda españolas. Pero no para cualquiera. Sino para aquellas dispuestas a transformar la industria textil y lograr sus objetivos de visibilidad, comercialización y rentabilidad a través de un modelo transparente, ético y ecológico en constante crecimiento.
Porque, aunque algunas industrias promocionan sus prácticas de sostenibilidad, la realidad es más compleja. En los próximos años, algunas de las principales marcas de moda se han propuesto eliminar por completo los plásticos de un solo uso, utilizar tejidos orgánicos y reciclados, apostar por las energías renovables para sus instalaciones o reducir el impacto en el agua. Pero la mayoría de los informes de Responsabilidad Social Empresarial no cuantifican con precisión el perfil completo de emisiones de carbono de las marcas de moda y no son auditados por terceros, con lo que es difícil calcular el impacto real.
Además, sigue habiendo un problema de cantidad. Según un estudio publicado en Nature Reviews Earth & Environment, las marcas de moda producen en la actualidad casi el doble que antes del año 2000. La presión por un crecimiento continuado, sumada a la demanda de los consumidores de moda rápida y barata, ha sido uno de los principales contribuyentes. Al igual que el hecho que los materiales sintéticos no biodegradables, a base de petróleo, con los que se fabrica la ropa y el calzado ha reducido el precio de los productos a la mitad. Como resultado, el poliéster se ha convertido en la fibra sintética número uno y representa más de la mitad de toda la producción mundial de fibras. Baja el precio, baja la calidad y la vida útil de las prendas.
Desde 1996, la cantidad de prendas compradas por persona en la Unión Europea ha aumentado un 40%. Según el Servicio de Estudios del Parlamento Europeo los europeos consumen casi 26 kilogramos y se desprenden de unos 11 kilogramos de textiles cada año.
Cómo podemos reconocerla
Pero el cambio climático ha supuesto una mayor conciencia del consumidor. Cada vez queremos saber más sobre las prendas que vestimos. De dónde vienen, cómo se han realizado, si sus materiales son orgánicos, sostenibles o reciclados. A nivel individual, hay elementos que podemos consultar en cada prenda:
-El lugar de fabricación: Lo ideal es que sea local o basado en algún país en el que se respetan los derechos de los trabajadores.
-Los materiales: Por lo general, lo más recomendable es elegir materiales reciclados o bien de fibras naturales.
-Los certificados: Existen numerosos sellos y certificaciones de moda sostenible. Tener exceso de certificaciones no es señal de buena organización. Además, no todas las marcas pueden permitirse certificar sus productos porque tiene un coste económico.