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Ritmos circadianos: atentos a nuestro reloj biológico

Todas las personas, al igual que los animales y las plantas, contamos con un reloj biológico, situado en el hipotálamo del cerebro, que permite sincronizar los procesos fisiológicos del cuerpo con los cambios ambientales, de luz o temperatura que dura cerca de 24 horas.

Es a través de nuestros ojos, que detectan la luz, que nuestro cerebro recibe las señales que permiten mantener sincronizadas todas las funciones del organismo. De este modo, nuestro reloj biológico produce un ritmo circadiano que responde, principalmente, a la luz y la oscuridad.

Este es el motivo por el que cuando realizamos el cambio horario nos sentimos desorientados durante unos días o podemos experimentar los efectos adversos del desfase cuando volamos en avión a países con otro horario.

Algunos estudios han demostrado que un ritmo circadiano saludable puede tener un impacto positivo en la salud, mientras que los ritmos irregulares se han relacionado con varias afecciones médicas como los trastornos del sueño, la obesidad, la diabetes, la depresión, el trastorno bipolar o el trastorno afectivo estacional.

Los ritmos circadianos pueden influir en las funciones importantes del cuerpo, como la liberación de hormonas, los hábitos alimentarios y digestión o la temperatura corporal. No obstante, la mayoría de las personas nota el efecto en los patrones de sueño.

En este sentido, la cronomedicina aplica los conocimientos de la cronobiología al estado de la salud con interesantes hallazgos, como que el cuerpo procesa el azúcar, la grasa y las proteínas de forma diferente según las horas del día; que determinados fármacos funcionan mejor si se toman por la mañana que por la noche, o que puede haber un momento ideal del día para tomar decisiones, según el cronotipo personal y el reloj biológico natural de cada persona.

El cronotipo es la predisposición natural que cada persona tiene de experimentar picos de energía o momentos de descanso según la hora del día.

Si tienes un cronotipo matutino necesitarás ir pronto a la cama y las primeras horas del día serán las más activas. Si, por el contrario, es vespertino, rindes mejor por la noche y necesitas prolongar tu descanso hasta bien entrada la mañana. Pero la mitad de la población tiene un cronotipo intermedio y suele dormir entre las 12 de la noche y las ocho de la mañana.

Seguir unas rutinas

Los doctores Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young recibieron el Premio Nobel de Medicina 2017 por descubrir detalles sobre cómo las células de plantas, animales y seres humanos adaptan su ritmo biológico para que esté sincronizado con la rotación de la Tierra.

Es un campo aún por explorar, pero conectarnos con la Tierra y poner en marcha nuestro reloj biológico puede aportarnos múltiples beneficios. Para conseguirlo, debemos seguir unas rutinas diarias y hábitos saludables.

Según los expertos, el ciclo de sueño y vigilia debe acompasarse todo lo posible con el de la luz y la oscuridad; el ejercicio por la mañana favorece la regulación del reloj biológico; la hora de mayor rendimiento es al mediodía cuando la temperatura corporal se acerca al pico diario; y debemos comer antes de las dos del mediodía y cenar antes de las nueve de la noche. Sin embargo, cada persona debe tener en cuenta sus inclinaciones naturales.

Para regular tu ritmo circadiano, la regla más simple es exponerse a días luminosos y noches oscuras. Además, podemos organizar nuestras actividades de manera que se adapten en la medida de lo posible al estado del cuerpo en cada momento (atentos a las señales de cansancio, malestar o hambre). De esta manera, favoreceremos la salud en general e incluso aumentaremos nuestro rendimiento y nuestra sensación de bienestar. Cabe recordar que hay ciclos estacionales que también debemos respetar. Es normal que pasemos calor en verano y frío en inverno, de lo contrario el organismo pierde la sensación de transcurso de estaciones y se altera.