Rosa Andreu representa su nuevo espectáculo, ¡Faig tard!, en 21 teatros de ateneos de toda Cataluña dentro de la programación de la Federación de Ateneos de Cataluña. La actriz se dio a conocer entre el gran público como presentadora —junto a Toni Soler y Albert Om— del programa de TV3 Malalts de tele y recupera sus dotes para la comedia con este monólogo de cariz personal.

-Actualmente estás de gira con el monólogo Faig tard! ¿Adónde llegas tarde?
En 2017 estrené el monólogo de memoria histórica Memòria de les oblidades, que es una obra dura de ensayar e interpretar; y de repente, tuve ganas de volver a hacer comedia. Así pues, el año pasado me puse a concebir un monólogo sobre mi vida y el concepto de llegar tarde en clave de comedia.
Todo viene porque siempre he sido una persona de cocción a fuego lento, digamos que me ha costado definirme en la vida. En relación con mis coetáneas yo siempre iba tarde: las mujeres de mi generación antes de los 30 ya eran madres y yo me casé a los 29 años. No fue hasta los 44 que decidí ser madre, cuando mis amigas empezaban a ser abuelas… Empecé estudiando una carrera y terminé haciendo otra cosa. Es decir, la sensación de llegar tarde a todas partes es una constante, pero no con angustia porque hay tiempo para todo en la vida.
Pero al pensar en el guion de la obra fueron saliendo diferentes conceptos de lo que es llegar tarde. Por ejemplo, yo he llegado tarde a hacer tiktoks, pero no porque no los pueda hacer, sino porque no me apetece. Llego tarde a cosas que ya no puedo hacer, aunque quiera, y a otras que ya no me interesan, como el uso de las redes sociales y la felicidad postiza que muestran. La onda expansiva de las redes está conformando una sociedad y una forma de relacionarnos a la que llego tarde porque no quiero llegar. Es decir, en este monólogo reflexiono sobre llegar tarde a momentos vitales y llegar tarde a tendencias actuales.
-Eres guionista de la obra con Mercè Sarrias (guionista de Plats bruts, Infidels, La Riera, Com si fos ahir...). ¿Cómo ha sido el proceso creativo de la obra?
Esta es la primera vez que me pongo a escribir. Hacer el monólogo era un reto y no me atrevía a hacerlo sola. Mercè Sarrias es una guionista maravillosa y la adoro desde Plats bruts. Yo aporté gran parte del contenido, en torno a una visita a unas cavas familiares que me sirve de hilo para ir hablando de varios temas (quería huir de la stand-up comedy). Pero con Sarrias lo hablamos y ella hizo la estructura dramática. Nunca habíamos trabajado juntas, pero tenemos mucha química. Mi parte ha estado más centrada en adaptar el guion a mi estilo.
-Empezaste en el teatro en 1983, con la compañía GTIV de El Vendrell. ¿Entonces el teatro para ti era una afición?
Mi primer marido era director de Els pastorets de El Vendrell. Entonces, yo tenía un centro de estética y como sabía maquillar me puse de maquilladora en la obra. En una de las representaciones, otra maquilladora y yo nos incorporamos de figurantes y recuerdo que pasé muchos nervios. Porque entonces tenía mucha vergüenza. Podríamos decir que, para mí, el teatro ha sido terapéutico. Al año siguiente ya hice de demonio, y al otro de narradora. Me moría de nervios y lo pasaba fatal, pero siempre repetía. De ahí salió mi participación con el grupo del GTIV, y unos años después surgió la oportunidad de colaborar con Trono Villegas, un grupo de teatro que se fundó en Tarragona en 1988 con la representación del tradicional Judici del Rei Carnestoltes. Era un grupo muy activo y empecé a hacer viajes de El Vendrell a Tarragona todos los sábados y domingos para ensayar. Mientras, trabajaba en Caixa Catalunya.
-¿Y cuándo decidiste dejar tu trabajo en Caixa Catalunya para adentrarte en la interpretación?
Los del grupo Trono Villegas, con Oriol Grau y Fermí Fernández, hacíamos figuraciones en el programa Sense títol de Andreu Buenafuente en TV3 (quien también había participado en una obra de Trono Villegas). Un verano, Andreu me propuso presentar un nuevo programa, Malalts de tele, y dije que sí.
El primer año trabajaba en Caixa Catalunya por las mañanas y cuando salía iba a TV3 desde Tarragona. Los jueves, viernes, sábados y domingos hacía teatro en el Regina, es decir. vivía en el coche. El proyecto empezó a crecer y cogió mucho volumen, de forma que cuando empezó la siguiente temporada de Malalts de tele pedí una excedencia en Caixa Catalunya y ya no me reincorporé.
-¿Cómo fue esa época?
Yo no era muy consciente de que tanta gente veía el programa desde casa, para mí era como hacer teatro y me lo pasaba muy bien. Al principio no me conocía ni Dios, ya tenía 39 años, y para mí todo era una novedad, pero la magia de la televisión es una realidad. Tenía que entrevistar a personas que eran mis ídolos… Luego aprendes a normalizar.
-Tienes una estrecha relación con el mundo ateneísta y muy especialmente en el ámbito teatral, habiendo sido directora artística del Teatro Prado de Sitges y, desde 2010, directora del grupo de teatro de La Cumprativa de Llorenç del Penedès.
No puedo dejar de agradecer el trabajo de la Federación de Ateneos a través de la red y sus 39 ateneos. Para este 2023, se han programado una docena de propuestas de diferentes estilos —desde teatro hasta música, danza, propuestas familiares y títeres— que realizarán una gira con un total de 120 representaciones, además de las 34 actuaciones previstas de producción propia. Han establecido una dinámica de la que se habla, hace que la gente vaya al teatro…, y es de agradecer.
En La Cumprativa, dirijo un espectáculo cada año y para mí es reencontrar la pureza del teatro, todo el mundo se involucra y lo paso muy bien.
-¿Qué tiene de bueno hacerse mayor?
Cada vez le encuentro más cosas buenas. En veinte años quizás ya no piense así, pero ahora no noto una pérdida de energía física, me encuentro bien, no soy una persona enfermiza… Trabajo de lo que me gusta, tengo una vida relajada y estable. ¿Qué más se puede pedir?
Viendo cómo está la juventud y el futuro que le espera solo le encuentro ventajas a hacerse mayor. Cuando pierdes facultades debe ser difícil de asumir. Asusta dejar de ser tú por culpa de las enfermedades. Pero morir no me da miedo, es una parte de la vida. Lo que me da miedo es sufrir, perder facultades…
-¿Crees que el talento sénior está suficientemente reconocido? ¿Cómo se vive en tu sector?
Las actrices que se han hecho mayores en el entorno del teatro han creado una red y una estabilidad que les da la opción de seguir en activo, pero si no has tenido esta carrera es más difícil. Yo aparecí a los 39 años, de repente, en el registro de comedia y siendo mujer. Luego lo dejé para ser madre. En general, hay menos papeles para personas mayores. Y para mujeres aún menos. Parece como si la gente mayor no tuviera nada que contar sobre la actualidad. Es como si no fuéramos activos o creativos, cuando la simbiosis de las ideas nuevas de la juventud con la experiencia de la gente mayor es fantástica.
-¿Piensas en la jubilación?
Estoy deseando jubilarme, y si puedo lo haré en un año y medio, pero no dejaré de hacer teatro. Gracias a la reforma del Estatuto del Artista es posible compatibilizar la actividad con la jubilación sin perjuicio de la pensión. Y voy a seguir trabajando porque fue mi afición, después fue mi trabajo y ahora volverá a ser mi afición, pero cobrando.


