La tercera edad es una etapa de la vida que, si bien puede presentar ciertos desafíos, también ofrece la oportunidad de disfrutar de nuevas experiencias y fortalecer los lazos con los demás. En este sentido, mantener una vida social activa se ha revelado como un factor crucial para la salud y el bienestar.
Evidencia científica: el poder de la conexión social
Mantener la mente activa mediante la conversación y la participación en actividades sociales puede contribuir a prevenir el deterioro cognitivo y la demencia. Además, la interacción social proporciona apoyo emocional, reduce el estrés y ayuda a prevenir la depresión y la ansiedad. Sentirse parte de una comunidad y mantener relaciones valiosas aporta un sentido de propósito y significado en la vida.
En lo que respecta a la salud física, la conexión social se ha asociado con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, un sistema inmunológico más fuerte y una mayor longevidad.
Diversos estudios científicos han demostrado que la interacción social regular tiene un impacto positivo tanto en la salud física como en la mental. Por ejemplo, una investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences concluyó que las personas con fuertes lazos sociales presentan un menor riesgo de mortalidad prematura, además de una mejor salud cardiovascular, un sistema inmunológico más resistente y una menor incidencia de depresión y ansiedad.
Asimismo, un estudio realizado por la Universidad de Harvard reveló que quienes mantienen relaciones sociales satisfactorias disfrutan de una mayor longevidad y una mejor calidad de vida. Esta institución ha llevado a cabo investigaciones extensas sobre el envejecimiento y la conexión social, y el Harvard Study of Adult Development es un claro ejemplo de ello. Dicho estudio evidenció que las relaciones personales son el principal factor que mantiene a las personas felices a lo largo de su vida, por encima del dinero o la fama.
Esos vínculos protegen a las personas de las adversidades, contribuyen a retrasar el deterioro mental y físico y son mejores predictores de una vida larga y feliz que la clase social, el coeficiente intelectual o, incluso, la genética.
Recomendaciones para mantener una vida social activa
- Participar en actividades grupales: Unirse a clubes, grupos de voluntariado o centros comunitarios brinda la oportunidad de conocer gente nueva y participar en actividades de interés. Inscribirse en clases o talleres estimula la mente y permite conectar con personas con inquietudes similares, mientras que el voluntariado es una excelente manera de establecer lazos significativos con los demás.
- Mantener el contacto con familiares y amigos: Las relaciones familiares y de amistad son pilares fundamentales para el bienestar emocional en la tercera edad. Programar visitas regulares, llamadas telefónicas o videollamadas ayuda a fortalecer los lazos afectivos con nuestros seres queridos. Además, asistir a festivales, conciertos o eventos locales permite socializar y, al mismo tiempo, disfrutar de nuevas experiencias.
- Aprovechar la tecnología: Utilizar redes sociales, aplicaciones de mensajería o videollamadas facilita la comunicación con aquellas personas que viven lejos, evitando así el aislamiento.
- Realizar actividades al aire libre: Caminar, hacer ejercicio en grupo o participar en actividades al aire libre no solo beneficia la salud física, sino que también fomenta la interacción social. Unirse a grupos de senderismo, clases de yoga al aire libre o equipos de petanca son excelentes opciones para mantenerse activo y disfrutar de la naturaleza.
- Buscar apoyo profesional: Si nos sentimos solos o aislados, no debemos dudar en buscar ayuda de un profesional de la salud mental. La terapia, ya sea individual o grupal, puede contribuir a mejorar nuestras habilidades sociales y a construir relaciones más satisfactorias a cualquier edad. La imposibilidad de establecer vínculos sociales adecuados y la consecuente sensación de soledad pueden incrementar el riesgo de desarrollar trastornos mentales.