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El éxito no tiene edad: la alucinante historia de Harland D. Sanders, fundador del imperio del pollo frito

Ser sénior no significa ser mayor, sino tener más experiencia. Hoy en día, la edad tiene cada vez menos importancia para iniciar algo nuevo: ya sea en el terreno personal o profesional. Dar un nuevo rumbo a la vida, iniciar un proyecto, emprender, no tienen por qué estar reñidos con la edad. Harland David Sanders o, sencillamente coronel Sanders es el mejor ejemplo de cómo a la edad en la que muchas personas comienzan a pensar en el retiro, no solo se puede emprender un nuevo negocio. Lo extraordinario de su caso no es que a los 62 emprendiera un nuevo negocio. Lo que creó fue todo un imperio: Kentucky Fried Chicken.

Una vida nada fácil

Nació en 1890 en Henryville, Indiana, en el seno de una familia humilde de origen irlandés. Su padre murió cuando él tenía 5 años, siendo el mayor de tres hermanos. Esto le obligó a dejar la escuela con apenas 12 para ponerse a trabajar en la granja familiar. También aprendió a cocinar desde bien joven, puesto que ayudaba a su madre en esa tarea.

Pero la mala relación que tenía con su padrastro cuando su madre volvió a casarse le llevó a mudarse con unos familiares y de ahí a alistarse en el Ejército. Con 15 años, aún no tenía la edad necesaria, y falsificó su partida de nacimiento. Logró entrar en el ejército e hizo el servicio militar en Cuba. Pero no fue en su etapa militar cuando alcanzó el grado de Coronel. Eso llegará mucho tiempo después de dejar el ejército.

Una vez que dejó su etapa militar, Sanders tuvo mil y un oficios para sacar adelante a su familia. Ya se había casado y tuvo tres hijos. Fue marino mercante, vendedor de seguros, bombero del servicio de ferrocarriles o partero, entre otros empleos.

La gran depresión, la gran oportunidad

El crack del 29 y la posterior depresión que llevó a la pobreza a miles de familias americanas, que tan bien supieron reflejar películas como ’Las uvas de la ira‘, le pilló a Sanders con casi 40 años. Para sortear la crisis tomó una decisión que le cambiaría la vida. Se asoció con Shell para hacerse cargo de una estación de servicio en Corbin, Kentucky.

Y para hacer algo de dinero extra, decidió ofrecer a los transportistas que paraban por allí, comida además del combustible. El menú no podía ser más sencillo para el momento que atravesaba el país: pollo frito. Pero su pollo era tan bueno y crujiente y que en muy poco tiempo se hizo muy popular en todo Kentucky.

Su fama aumentaba, al igual que el restaurante. Llegó a ampliarlo con un comedor para 150 personas. Sanders siguió trabajando y mejorando la receta de su pollo, hasta tal punto que en 1940 patentó la fórmula secreta para cocinar su pollo frito, con 11 hierbas y especias. El Gobernador le otorgó la máxima distinción honorífica del estado: ‘Coronel de Kentucky’.

El ya Coronel Sanders estaba muy volcado en el negocio local, con la estación de servicio, su restaurante, cuya fama alcanzaba todo el país, e incluso llegó a abrir un motel, el primero de la localidad.

El salto a la franquicia, fruto de la necesidad

Pero hubo dos hechos que torcieron su suerte. Primero, el racionamiento de la gasolina durante la Segunda Guerra Mundial, que le obligó a cerrar la estación de servicio y, después, la construcción de la Interestatal 75, una de las autopistas más importantes que unen el norte y el sur del país por el Este, y que dejó su restaurante en una carretera secundaria ya muy poco transitada.

Cerró su restaurante y, lejos de pensar en retirarse, decidió abrir un nuevo restaurante en una nueva ubicación y, además, crear una red de establecimientos bajo el sistema de franquicias. Así, abrió su nuevo restaurante en Salt Lake City, Utah, ya con el nombre de Kentucky Fried Chicken, y recorrió en su Ford todo Estados Unidos para vender franquicias.

En 12 años, cuando ya contaba con 74 años, había hecho fortuna y decidió vender la cadena de restaurantes a un grupo inversor por tres millones de euros además un sueldo vitalicio. Él seguiría siendo la imagen de la compañía, para la que seguía trabajando, como embajador de la marca.

Un nuevo restaurante… ¡con casi 80 años!

Sin embargo, a media que Kentacky Fried Chicken se convertía en una cadena de comida rápida y los nuevos propietarios comenzaron a cambiar la receta original de su pollo para hacerla más rentable, estándar y que no requiriera de mucha formación para elaborarla, el Coronel Sanders llegó a renegar de aquel pollo y de la empresa. Y con 78 años, aún decidió abrir un nuevo restaurante, con el nombre de su esposa: ‘Claudia Sanders’ Dinner House’ y seguir preparando su pollo frito con la original y deliciosa receta con 11 hierbas y especias.

Harland David Sanders, el Coronel Sanders, murió a los 90 años de edad, en 1980. Fue enterrado en Luisville, Kentucky, con su tradicional traje blanco de chaqueta cruzada y lazo negro al cuello. Su primer restaurante, el de la estación de servicio Shell se llama hoy Harland Sanders Café and Museum y alberga un museo sobre la historia de KFC; el último que abrió, con el nombre de su esposa sigue funcionando y Kentucky Fried Chicken, ahora KFC a secas, sigue empleando su icónica imagen.

El éxito no tiene edad: la alucinante historia de Harland D. Sanders, fundador del imperio del pollo frito

Ser sénior no significa ser mayor, sino tener más experiencia. Hoy en día, la edad tiene cada vez menos importancia para iniciar algo nuevo: ya sea en el terreno personal o profesional. Dar un nuevo rumbo a la vida, iniciar un proyecto, emprender, no tienen por qué estar reñidos con la edad. Harland David Sanders o, sencillamente coronel Sanders es el mejor ejemplo de cómo a la edad en la que muchas personas comienzan a pensar en el retiro, no solo se puede emprender un nuevo negocio. Lo extraordinario de su caso no es que a los 62 emprendiera un nuevo negocio. Lo que creó fue todo un imperio: Kentucky Fried Chicken.

Una vida nada fácil

Nació en 1890 en Henryville, Indiana, en el seno de una familia humilde de origen irlandés. Su padre murió cuando él tenía 5 años, siendo el mayor de tres hermanos. Esto le obligó a dejar la escuela con apenas 12 para ponerse a trabajar en la granja familiar. También aprendió a cocinar desde bien joven, puesto que ayudaba a su madre en esa tarea.

Pero la mala relación que tenía con su padrastro cuando su madre volvió a casarse le llevó a mudarse con unos familiares y de ahí a alistarse en el Ejército. Con 15 años, aún no tenía la edad necesaria, y falsificó su partida de nacimiento. Logró entrar en el ejército e hizo el servicio militar en Cuba. Pero no fue en su etapa militar cuando alcanzó el grado de Coronel. Eso llegará mucho tiempo después de dejar el ejército.

Una vez que dejó su etapa militar, Sanders tuvo mil y un oficios para sacar adelante a su familia. Ya se había casado y tuvo tres hijos. Fue marino mercante, vendedor de seguros, bombero del servicio de ferrocarriles o partero, entre otros empleos.

La gran depresión, la gran oportunidad

El crack del 29 y la posterior depresión que llevó a la pobreza a miles de familias americanas, que tan bien supieron reflejar películas como ’Las uvas de la ira‘, le pilló a Sanders con casi 40 años. Para sortear la crisis tomó una decisión que le cambiaría la vida. Se asoció con Shell para hacerse cargo de una estación de servicio en Corbin, Kentucky.

Y para hacer algo de dinero extra, decidió ofrecer a los transportistas que paraban por allí, comida además del combustible. El menú no podía ser más sencillo para el momento que atravesaba el país: pollo frito. Pero su pollo era tan bueno y crujiente y que en muy poco tiempo se hizo muy popular en todo Kentucky.

Su fama aumentaba, al igual que el restaurante. Llegó a ampliarlo con un comedor para 150 personas. Sanders siguió trabajando y mejorando la receta de su pollo, hasta tal punto que en 1940 patentó la fórmula secreta para cocinar su pollo frito, con 11 hierbas y especias. El Gobernador le otorgó la máxima distinción honorífica del estado: ‘Coronel de Kentucky’.

El ya Coronel Sanders estaba muy volcado en el negocio local, con la estación de servicio, su restaurante, cuya fama alcanzaba todo el país, e incluso llegó a abrir un motel, el primero de la localidad.

El salto a la franquicia, fruto de la necesidad

Pero hubo dos hechos que torcieron su suerte. Primero, el racionamiento de la gasolina durante la Segunda Guerra Mundial, que le obligó a cerrar la estación de servicio y, después, la construcción de la Interestatal 75, una de las autopistas más importantes que unen el norte y el sur del país por el Este, y que dejó su restaurante en una carretera secundaria ya muy poco transitada.

Cerró su restaurante y, lejos de pensar en retirarse, decidió abrir un nuevo restaurante en una nueva ubicación y, además, crear una red de establecimientos bajo el sistema de franquicias. Así, abrió su nuevo restaurante en Salt Lake City, Utah, ya con el nombre de Kentucky Fried Chicken, y recorrió en su Ford todo Estados Unidos para vender franquicias.

En 12 años, cuando ya contaba con 74 años, había hecho fortuna y decidió vender la cadena de restaurantes a un grupo inversor por tres millones de euros además un sueldo vitalicio. Él seguiría siendo la imagen de la compañía, para la que seguía trabajando, como embajador de la marca.

Un nuevo restaurante… ¡con casi 80 años!

Sin embargo, a media que Kentacky Fried Chicken se convertía en una cadena de comida rápida y los nuevos propietarios comenzaron a cambiar la receta original de su pollo para hacerla más rentable, estándar y que no requiriera de mucha formación para elaborarla, el Coronel Sanders llegó a renegar de aquel pollo y de la empresa. Y con 78 años, aún decidió abrir un nuevo restaurante, con el nombre de su esposa: ‘Claudia Sanders’ Dinner House’ y seguir preparando su pollo frito con la original y deliciosa receta con 11 hierbas y especias.

Harland David Sanders, el Coronel Sanders, murió a los 90 años de edad, en 1980. Fue enterrado en Luisville, Kentucky, con su tradicional traje blanco de chaqueta cruzada y lazo negro al cuello. Su primer restaurante, el de la estación de servicio Shell se llama hoy Harland Sanders Café and Museum y alberga un museo sobre la historia de KFC; el último que abrió, con el nombre de su esposa sigue funcionando y Kentucky Fried Chicken, ahora KFC a secas, sigue empleando su icónica imagen.