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Qué es el estrés navideño y cómo evitarlo

Muchas personas tienen buenas razones para que no les guste la Navidad, sobre todo porque durante estas fechas es normal sentir más profundamente la pérdida o la lejanía de la propia familia o los amigos. A toda esta emocionalidad se suman otros factores. Si nos fijamos en lo que se ha convertido la Navidad en nuestros días, resulta que hay una cantidad sorprendente de elementos que pueden conducirnos durante estas fechas a un aumento del estrés.

Celebramos la Navidad cuando los días son más cortos y el clima generalmente es malo. La Navidad, la conmemoración del nacimiento de Jesucristo, guarda muchas similitudes con las Saturnales, las fiestas paganas que celebraban los romanos en honor a Saturno, el dios de la agricultura y la cosecha, y que originalmente transcurrían entre el 17 y el 23 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno, el período más oscuro del año, cuando el sol sale más tarde y se pone más pronto. Muchas personas sienten que, al llegar el invierno, su estado de ánimo baja en cuestión de pocos días.

Diferentes fuentes de estrés

La imagen tradicional de la Navidad que nos llega por muchos canales es demasiado optimista y las expectativas que creamos alrededor de ella pueden causar mucho estrés. Además, el hecho de que sea Navidad no significa que desaparezcan las exigencias habituales. En todo caso, estas demandas aumentan con las visitas de las familias o el tener que cuidar de los nietos porque tienen vacaciones escolares. Y a todo esto se suman una serie de nuevas tareas, muchas de las cuales son bastante costosas en un momento como el actual. Comprar regalos, decorar la casa, preparar las comidas y cenas, hacer feliz a todo el mundo, etc. supone un cúmulo de obligaciones por estas fechas. Tal y como sugieren los expertos, si no podemos evitar la Navidad, podemos tratar de cambiar la forma en que pensamos sobre ella para poder sobrellevar el estrés. El primer paso es reconocer que la Navidad es realmente estresante y que es posible que nos sintamos más ansioso estos días. El segundo paso es prestar atención a por qué nos sentimos estresados. Esta parte nos permitirá identificar el origen de nuestro estado de ánimo para tomar cartas en el asunto.

Tal vez sea porque nos preocupa organizar unas celebraciones perfectas y nos olvidamos de lo más importante: disfrutar. Practicar la autocompasión puede ayudarnos a sentirnos menos angustiados. La autocompasión implica ser más amable y menos exigente con uno mismo. Al tratarnos bien a nosotros mismos, nos resultará más fácil tratar bien a los demás también.

Qué podemos hacer

Planificar estos días en familia y ver cuáles son las expectativas y planes de cada uno nos ayudará a evitar sorpresas de última hora. Quizás es conveniente valorar hacer las cosas de manera un poco diferente este año para lidiar con la situación socioeconómica. Expresar nuestros sentimientos y emociones es la manera más saludable de reducir su impacto en nuestra salud mental.

También es recomendable establecer expectativas de manera realista. Por ejemplo, tengamos en cuenta que, si somos una familia que discutimos durante el año, también lo haremos durante la Navidad. Es mejor tenerlo previsto y tomarlo no como un inconveniente, sino como una dinámica establecida.

Una vez habladas las cosas, es esencial en estos días asegurarnos de dedicar tiempo al descanso y al tiempo libre: intentar hacer ejercicio regularmente, utilizar técnicas de relajación, establecer pautas para el sueño o realizar actividades de ocio que no tengan que ver estrictamente con lo navideño nos resultará beneficioso. Practicar diariamente un poco de meditación puede ayudarnos a mejorar la autocompasión y a sentirnos más felices y conectados con los demás, lo que estos días puede ser muy conveniente. Si la meditación no es una práctica que nos resulte atractiva, salir de casa y estar en contacto con la naturaleza puede ayudarnos a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo. La clave está en celebrar la vida a tu manera.

Qué es el estrés navideño y cómo evitarlo

Muchas personas tienen buenas razones para que no les guste la Navidad, sobre todo porque durante estas fechas es normal sentir más profundamente la pérdida o la lejanía de la propia familia o los amigos. A toda esta emocionalidad se suman otros factores. Si nos fijamos en lo que se ha convertido la Navidad en nuestros días, resulta que hay una cantidad sorprendente de elementos que pueden conducirnos durante estas fechas a un aumento del estrés.

Celebramos la Navidad cuando los días son más cortos y el clima generalmente es malo. La Navidad, la conmemoración del nacimiento de Jesucristo, guarda muchas similitudes con las Saturnales, las fiestas paganas que celebraban los romanos en honor a Saturno, el dios de la agricultura y la cosecha, y que originalmente transcurrían entre el 17 y el 23 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno, el período más oscuro del año, cuando el sol sale más tarde y se pone más pronto. Muchas personas sienten que, al llegar el invierno, su estado de ánimo baja en cuestión de pocos días.

Diferentes fuentes de estrés

La imagen tradicional de la Navidad que nos llega por muchos canales es demasiado optimista y las expectativas que creamos alrededor de ella pueden causar mucho estrés. Además, el hecho de que sea Navidad no significa que desaparezcan las exigencias habituales. En todo caso, estas demandas aumentan con las visitas de las familias o el tener que cuidar de los nietos porque tienen vacaciones escolares. Y a todo esto se suman una serie de nuevas tareas, muchas de las cuales son bastante costosas en un momento como el actual. Comprar regalos, decorar la casa, preparar las comidas y cenas, hacer feliz a todo el mundo, etc. supone un cúmulo de obligaciones por estas fechas. Tal y como sugieren los expertos, si no podemos evitar la Navidad, podemos tratar de cambiar la forma en que pensamos sobre ella para poder sobrellevar el estrés. El primer paso es reconocer que la Navidad es realmente estresante y que es posible que nos sintamos más ansioso estos días. El segundo paso es prestar atención a por qué nos sentimos estresados. Esta parte nos permitirá identificar el origen de nuestro estado de ánimo para tomar cartas en el asunto.

Tal vez sea porque nos preocupa organizar unas celebraciones perfectas y nos olvidamos de lo más importante: disfrutar. Practicar la autocompasión puede ayudarnos a sentirnos menos angustiados. La autocompasión implica ser más amable y menos exigente con uno mismo. Al tratarnos bien a nosotros mismos, nos resultará más fácil tratar bien a los demás también.

Qué podemos hacer

Planificar estos días en familia y ver cuáles son las expectativas y planes de cada uno nos ayudará a evitar sorpresas de última hora. Quizás es conveniente valorar hacer las cosas de manera un poco diferente este año para lidiar con la situación socioeconómica. Expresar nuestros sentimientos y emociones es la manera más saludable de reducir su impacto en nuestra salud mental.

También es recomendable establecer expectativas de manera realista. Por ejemplo, tengamos en cuenta que, si somos una familia que discutimos durante el año, también lo haremos durante la Navidad. Es mejor tenerlo previsto y tomarlo no como un inconveniente, sino como una dinámica establecida.

Una vez habladas las cosas, es esencial en estos días asegurarnos de dedicar tiempo al descanso y al tiempo libre: intentar hacer ejercicio regularmente, utilizar técnicas de relajación, establecer pautas para el sueño o realizar actividades de ocio que no tengan que ver estrictamente con lo navideño nos resultará beneficioso. Practicar diariamente un poco de meditación puede ayudarnos a mejorar la autocompasión y a sentirnos más felices y conectados con los demás, lo que estos días puede ser muy conveniente. Si la meditación no es una práctica que nos resulte atractiva, salir de casa y estar en contacto con la naturaleza puede ayudarnos a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo. La clave está en celebrar la vida a tu manera.