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Frente a una situación en la que un familiar padece una condición que lo priva de su autonomía, es recurrente que otro miembro de la familia adopte un papel de cuidador, ya que el afectado sufre una alteración de sus capacidades, tanto físicas como cognitivas.

Esta situación es especialmente habitual en casos como el Alzheimer, aunque también se da el caso con otras enfermedades mentales o lesiones cerebrales; es decir, todo aquello que pueda causar en el paciente problemas de memoria, pensamiento y comportamiento. Así pues, la familia más cercana se debe adaptar a esta nueva realidad, y asumir nuevos roles para hacerse cargo de esta persona que ya no puede cuidar de sí misma.